domingo, 27 de mayo de 2012

Depresión económica en la Eurozona.

Esta pasada semana hemos asistido a una serie de cumbres internacionales donde han estado "debatiendo", (no sabemos lo qué), los primeros espadas de  la Eurozona. Y como siempre su resultado ha sido anodino, paupérrimo, patético, inconsistente y deprimente, es decir, nada. Me resulta del todo ridículo que unos gerifaltes de gran altura, personas que entendemos sensatas, sean incapaces de ponerse de acuerdo, ni siquiera en lo más básico, para evitar lo que todos, incluso ellos, tememos:  que algunos países de la eurozona entren en una grave Depresión Económica.

Las depresiones económicas son períodos bastante largos de disminución constante de producción y del consumo, precedida por altas tasas de desempleo e importantes quiebras empresariales. El tejido industrial y económico se desmadeja hasta cotas insospechadas, la falta de liquidez se hace presente en todos los sectores, la desconfianza  junto a  la volatilidad marca la negativa tendencia del mercado, la paridad de las monedas es incontrolable, utilizando la  famosa herramienta de la devaluación, que no es ni más ni menos que desvalorizar la moneda propia frente a otras para ganar competitividad en la balanza de pagos y de paso su gravísimo daño colateral es empobrecer aún más a la población. Los salarios se reducen y el flujo de masa laboral se traspasa del consumo a la cadena de producción. Con este panorama empezamos a oír "palabros" como estanflación (Estancamiento e inflación), deflación o hiperinflación.
Siempre he estado en contra de los agoreros que piensan que todo va a ir mal, o más bien de los que predicen preferentemente lo negativo, porque si no ocurre era lo que ya imaginaba, y si ocurre ya lo había predicho. Pero visto lo visto en estos  momentos tan delicados por lo que pasa la economía española no tengo argumentos ni conocimientos para augurar una salida relativamente airosa y a corto plazo de la situación actual. La falta de competencias en materia de política monetaria, el tibio manejo de la situación por parte del Gobierno, la clara falta de decisión en la eurozona, la nimia influencia de España en las estamentos de Bruselas, y en definitiva, el larguísimo tiempo que llevamos con una política de austeridad estricta orientada al cumplimiento del déficit, unido a la ausencia de medidas de estímulo al crecimiento, nos están llevando a una situación muy peligrosa llamada "Depresión económica".



Esto es lo grave, esto es lo que nunca desearíamos que ocurriera, pero si no se toman muchas más medidas de estímulo con urgencia, podemos vernos abocados a este inmenso y oscuro túnel del que es muy costoso salir.
Leyendo y escuchando todo tipo de noticias, muchos políticos, periodistas, economistas y contertulios de diferentes medios, emplean siempre la manida y clásica frase tranquilizadora que surge en  los momentos como este: "Tarde o temprano saldremos de esto", "seguro". No lo niego, porque ciertamente será así, ahora bien, nadie se atrever a predecir lo que va a costar en términos reales, económicos y en perídodos de tiempo.



¿Podemos llegar a valorar el nivel de pobreza o de pérdida de poder adquisitivo al que nos veríamos forzado a llegar para emprender la senda del crecimiento?. Si lo supiéramos, podríamos forzar la situación de forma que establezcamos nuestro horizonte temporal es esos inicios para de ahí comenzar de cero a construir un sistema más sólido, realmente controlado, con la regulación adecuada y con la mejor de las sensateces y de los sentidos que es el común.
No puedo dejar atrás las verborreas radiofónicas sobre la "posible salida del euro y vuelta a la peseta", (¡¡Hala!! y a devaluar), esto me parece hoy por hoy una auténtica catástrofe, no digo con ello que en un momento determinado pueda ser necesario,  pero si se produjera, su consecuencia sin duda alguna sería un brutal deterioro económico del mercado nacional, unido a una incontrolada fuga de capitales y a la  pérdida de valor patrimonial y del PIB respecto de nuestros socios europeos. Dicha pérdida sería del tal calibre, que ni un humilde servidor, por supuesto, y muy pocos economistas se atreven a predecir con alguna exactitud lo que ciertamente podría llegar a ocurrir.
En estos momentos tan delicados se esgrime el "sálvese quien pueda" y la solidaridad de nuestros socios europeos socios brilla por su ausencia en un claro afán de proteccionismo interno. Alemania, madre económica de Europa, se encuentra en estos momentos en una situación muy distinta a la de los periféricos, con la menor tasa de paro de los últimos tiempos, financiando una deuda a tipos practicamente negativos, si descontamos la inflación, creciendo su PIB de forma constante y moderada y con una situación macroeconómica muy asumible. Y quién no le dice a la "Dama de Hierro" Merkel que si cambia de política se le van a chafar sus indicadores  macros, o va  cambiar la tendencia del mercado respecto a su país?.  Porqué vamos a arbitrar medidas tendentes a  aliviar la tensión a que están sometidos los periféricos, si toda la culpa es de ellos, además de poder salir perjudicada. Está claro habría que ponerse en su lugar para tomar decisiones tan relevantes y arriesgadas, por eso, por lo que primero aboga es por una consolidación fiscal que evite el despilfarro y el descontrol en los presupuestos y luego una vez encaminados en la senda, para ella correcta, aliviaremos tensiones de  deuda y de lo que haga falta, porque ahora sí que me interesa que esos países crezcan y produzcan negocio a nuestra productiva y fructífera Alemania.
Hay Don dinero que poco te dejas convencer, te engañaron una vez y estás prevenido y pertrechado para que no te engañen dos.
Pues lo dicho, después de la recesión sin medidas, vienen la temida depresión, así que cuidadín cuidadín no nos vayamos a hundir en la pura mierda del fondo del pozo.

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