sábado, 13 de febrero de 2010

La Estanquera de la plaza

Su nieta y su hija irrumpieron de forma temporal, y de la misma forma, desaparecieron para nunca verlas. Su hijo, era un vaivén constante con un sólo propósito: obtener rédito. El resto, eran los diarios y perennes transeúntes que vagaban por la plaza.

Su agazapada figura detrás de la madera, su dulce mirada y su mejor complacencia, hacían una masiva influencia e interminable cola dirigida hacia las puertas marchitas de su kiosko.

Descanse en paz buena mujer y mejor persona que pasó sin pena ni gloria por esta lujuriosa vida, endulzando el paladar de millones de niños con su magnífica sonrisa.

Noviembre 2009.


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